Jesús se sirvió del milagro de la multiplicación de los panes y los peces para abrir los ojos de sus apóstoles. Él dijo: "¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente embotada. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?" (Mc 8:17-19).

"Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será para siempre" (Heb 13:8). Por lo tanto, Jesús bien podría estar utilizando la lectura del Evangelio de hoy para abrir, espiritualmente, nuestros ojos y oídos. Lee las lecturas de hoy desde la perspectiva de los millones de refugiados en el mundo. La mayoría de nosotros jamás ha visto a una persona morir de hambre, pero cientos de millones de pobres han visto incluso a sus propios hijos morir de hambre. Escuchar acerca de un hombre que multiplica los alimentos es la mejor noticia para millones en todo el mundo.

Incluso si no necesitamos la multiplicación de los alimentos en nuestras vidas, aún necesitamos desesperadamente la multiplicación del tiempo, energía, ministerio y fuerza. Nos sentimos totalmente incapaces, y lo somos, pero el Señor multiplicará nuestras pequeñas vidas, si le damos todo y pedimos con fe una multiplicación.

Cuando vayas a Misa hoy, pide el milagro de la multiplicación para que te libere de la ceguera espiritual. Esto a su vez nos abrirá los ojos a nuevos milagros —a la multiplicación de milagros.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015

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