examinemos nuestras diferencias
"No desprecies la corrección del señor" (Hebreos 12:5).
Hoy en día, cuando muchos cristianos oyen hablar de la disciplina de del Señor, piensan en cosas como madrugar para ir a Misa, el ser constante en la oración diaria y la lectura de la Biblia, en el ayuno o en perseverar en algún compromiso. Para el autor de la carta a los Hebreos, esa disciplina iría más allá, incluso a derramar la propia sangre (Heb 12:4) y padecer martirio. En ocasiones abría que sobrellevar insultos públicos y juicios, la cárcel y confiscación de sus bienes por el gobierno (Heb 10:33-34). Nuestras "penitencias" se convierten en poca cosa en comparación con esa disciplina de los primeros cristianos.
La diferencias entre esos primeros cristianos y nosotros evidencia que vivimos en épocas muy distintas. Es probable que no nos toque padecer una persecución religiosa violenta; pero debemos asegurarnos que la ausencia de sacrificios no se deba a que nuestra vida en Cristo se haya entibiado, que sea floja, o que ponga no oponga ninguna resistencia al diablo. Para algunos el pecado es uno de tibieza. ¿Qué piensas tú?
Oración: Padre, vengo a traer fuego sobre la tierra (véase Lc 12:49).
Promesa: "Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor. Estén atentos para que nadie sea privado de la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad" (Heb 12:14-15).
Alabanza: Jesús dio a Benny un regalo especial de cumpleaños: liberarse de los cigarrillos luego de fumarse tres cajetillas diarias durante treinta y cinco años.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de agosto de 2014
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.