dios es bueno
"El Señor Dios plantó un jardín en Edén... y puso allí al hombre que había formado" (Génesis 2:8).
La gente con frecuencia culpa a Dios de la crueldad y las tragedias que ocurren en este mundo. Esta costumbre de culpar a Dios implica que Él quiso y dispuso toda situación y circunstancia, incluso las malas, del mundo. La primera lectura de hoy echa por tierra esta actitud y proclama que lo que Dios creó fue "delicioso" y "bueno" (Gn 2:9).
Dios libre y amorosamente creó al hombre y le dio el aliento de vida. Dios no sólo dotó al hombre de abundancia de buena comida, sino que también bendijo el espíritu del hombre creando un ambiente que era "atrayente para la vista" (Gn 2:9). Todo esto fue un gran regalo de Dios. En el mundo que Dios creó, el hombre no habría de experimentar fatiga para obtener su propio alimento. La situación actual es la consecuencia de la decisión libre de Adán y Eva cuando prefirieron vivir sin Dios (Gn 3:19). Él le encargó al hombre que "cuidara" la tierra (Gn 2:15), de modo que el trabajo era parte del plan original de Dios para la Creación. Cuando a la gente, ante las desgracias humanas, dice que a "Dios no le importa", lo que debieran decir es que al hombre "no le importó" las consecuencias de un mundo sin Dios e indiferente a su Creación.
El viernes, veremos que el libre albedrío permite que el hombre pueda escoger vivir sin Dios: la causa del desorden que existe en nuestro mundo actual. Sorprendentemente, esa trágica elección no cambia la naturaleza de Dios: Él es bueno. El Padre ama a las personas que ha creado y provee todo lo necesario para cada uno de ellos. Él no cambia (ver Heb 13:8), y todavía envía provisiones a esta tierra para proveer nuestras necesidades (ver Mt 5:45; 6:30; Fil 4:19). "¡Señor, Dios mío, qué grande eres!" (Sal 104:1).
Oración: Padre, gracias por darme el aliento de vida. Voy a pasar mi vida dándote gracias y alabanzas.
Promesa: "Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra" (Sal 104:30).
Alabanza: Glenda se hizo muy devota de Nuestra Señora de Lourdes. Ella se alegró cuando su confesor le asignó rezarle a su patrona.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de agosto de 2014
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