El Señor prometió a su pueblo la felicidad, el sustento, la orientación, la abundancia, la luz y la curación (ver Is 30:19ss). Siglos más tarde, Jesús, al contemplar multitudes de personas, "tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor" (Mt 9:36). ¿Son ciertas las promesas de Dios? Si es así, ¿por qué no las vemos cumplirse?

Dios generalmente planea que necesitemos ayuda para recibir sus promesas. Necesitamos obreros para la cosecha (Mt 9:37). Necesitamos doce discípulos (Mt 10:1), es decir, una pequeña comunidad de cristianos, para curar nuestras dolencias y enfermedades y expulsar a los espíritus impuros (Mt 10:1). Necesitamos personas y una comunidad para llamarnos a la fe en Jesús y a un compromiso total con su Reino (ver Mt 10:7). "¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de Él? ¿Y cómo oír hablar de Él, si nadie lo predica?" (Rom 10:14)

Sé un trabajador en la cosecha. Otras personas te necesitan. No seas renuente a pedir ayuda a otros para estar más cerca del Señor. Tú necesitas a otros. Trata de unirte o formar una pequeña comunidad cristiana. Tú necesitas una comunidad de cristianos. Como Jesús invirtió su vida en sus doce discípulos, así debemos hacerlo nosotros. Luego "curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios" (Mt 10:8). Nosotros veremos las promesas de Dios cumplidas.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.

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