el esperado ansiadamente
"¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?" (Lucas 1:43).
Durante los días de los profetas Miqueas e Isaías, las cosas estaban mal y cada vez peor. Los pobres eran oprimidos, la amenaza de guerra ensombrecía la vida y el pueblo de Dios no estaba dispuesto a arrepentirse. En medio de esta oscuridad, el Señor dio a su pueblo la esperanza al anunciar a través de Miqueas que algún día Alguien iba a nacer en Belén que traería la paz y sería la Paz (Miq 5:4).
El pueblo de Dios esperó más de setecientos años por el Pastor Líder de Belén. Fue llamado "Jesús," es decir, "Salvador," y Él es nuestra Paz (Ef 2:14). De hecho, Él es nuestro Señor y Dios (ver Jn 20:28).
Esta Navidad, este Adviento, hoy, ¿no es hora de dar todo a Jesús —a vivir no más para sí mismos, sino para Él? (2 Co 5:15; Gál 2:20) En este momento, por la gracia de Dios, toma la decisión más importante de tu vida. Sin ocultar nada, dale tu vida a Jesús, tu Líder, Pastor, Paz, Salvador, Señor y Dios.
Oración: Padre, que no sólo permanezca en Cristo esta Navidad, sino me ponga yo mismo y la Navidad en Cristo.
Promesa: "Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre" (Heb 10:10).
Alabanza: "Oh Llave de David, Oh Poder real de Israel controlando a Tu voluntad la puerta del cielo: ven, derriba los muros de la prisión de la muerte para aquéllos que viven en tinieblas y en la sombra de la muerte; y lleva Tu pueblo cautivo a la libertad."
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.