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Martes, 9 de septiembre de 2014

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san Pedro Claver


1 Corintios 6:1-11
Salmos 149:1-6, 9
Lucas 6:12-19

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¿qué hay en un nombre?

"No se hagan ilusiones: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos, ni los ladrones, ni los avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios" (1Corintios 6:9-10).

"Y sépanlo bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro - que es un idólatra - tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle"; por lo tanto, no tengan nada que ver con estos pecados (Ef 5:5-6).

Noten que en ambos pasajes anteriores, el de 1ra de Corintios y el de Efesios, el lenguaje no se refiere al pecado, sino a los pecadores. Estos pecadores están tan arraigados en su pecado principal que pueden ser identificados por su nombre. Por ejemplo, un adúltero es alguien que está comprometido con el adulterio y no se ha arrepentido de ello. El adúltero ha perdido su identidad y ahora está identificado por el nombre del pecado que él sigue cometiendo. Por el contrario, una persona tan arraigada en Jesús y en Su estilo de vida de obediencia y justicia, se identifica por el nombre de Aquel a quien se ha comprometido: cristiano.

Muchas personas son fornicadores, adúlteros, borrachos, maldicientes, sodomitas, etc. Ya que esto es común, podemos pensar que estos estilos de vida son aceptables. ¡No se hagan ilusiones! (1Co 6:9) Todos los argumentos en contra son inútiles (Ef 5:6). Algunos de nosotros estuvimos afianzados en estos pecados (1Co 6:11), y algunos todavía lo están. Por lo que, ¡arrepiéntanse inmediatamente! Inviten a otros a hacer lo mismo. "sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados" (Stg 5:20).

Oración:  Padre, que pueda amar a los pecadores lo suficiente como para compartir las escrituras con ellos.

Promesa:  "Porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos" (Lc 6:19).

Alabanza:  San Pedro atendió a "los más pequeños de los hermanos" acercándose a un sinnúmero de esclavos, cuando fue al Nuevo Mundo para salvar a "millones de almas que perecían."

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014

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