conversaciones de paz
"Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz" (Nahúm 2:1).
Nahúm profetizó que el Mesías sería "el que trae la buena noticia, el que proclama la paz", el que destruiría completamente al enemigo (Nah 2:1), arrojaría inmundicias sobre ti, te cubriría de ignominia y te expondría como espectáculo (Nah 3:6).
Jesús fue el cumplimiento de la profecía de Nahúm. No obstante el enemigo por destruir, no eran los ninivitas ni siquiera los romanos, sino el mismo Satanás (Ef 6:12; 1 Jn 3:8). Jesús destruyó (ver Lc 11:22) y llenó de oprobio a Satanás (Col 2:15) asumiendo el castigo que nos merecíamos todos nosotros. Él trajo la paz, sin derramar la sangre del enemigo, sino la suya propia en el sacrificio de la Cruz. (Col 1:20).
Por lo tanto, nosotros no lograremos la paz exaltándonos sino negándonos a nosotros mismos (Mt 16:24); sin crucificar al enemigo sino cargando con nuestra cruz de cada día (Lc 9:23) y dejándonos crucificar para el mundo en nuestra labor corredentora con Cristo (Gal 6:14).
La paz de Jesús es muy diferente de la del mundo (Jn 14:27). El mundo no puede ni dar ni quitar esta paz. La paz de Dios es una paz "que supera todo lo que podemos pensar" (Fil 4:7). Felices los que trabajan por la paz (ver Mt 5:9).
Oración: "Señor, hazme un instrumento de Tu Paz".
Promesa: "¿De que le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y que podrá dar el hombre a cambio de su vida?"(Mt 16:26).
Alabanza: Santo Domingo de Guzmán trajo a muchos de regreso a la Iglesia, predicando la verdad y rezando el rosario.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014
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