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Domingo, 31 de agosto de 2014

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22do domingo de Tiempo Ordinario


Jeremías 20:7-9
Romanos 12:1-2
Salmos 63:2-6-9
Mateo 16:21-27

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el cuerpo por encima de la mente

"No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad" (Romanos 12:2).

Para vivir una vida libre y agradable a Dios, tenemos que renovar nuestras mentes. Para vivir en el cielo para siempre, tenemos que "renovarnos en lo íntimo de su espíritu" (Ef 4:23) y asumir el pensamiento de Cristo (1 Co 2:16).

Sin embargo, antes de que nuestras mentes se renueven, nuestros cuerpos deben ser sacrificados a Dios (Rom 12:1). Jesús nos compró con el precio de su muerte en la cruz (1 Co 6:19-20), por lo que cuando ofrecemos nuestros cuerpos a Dios como sacrificio vivo, reconocemos su derecho de propiedad de los mismos. Esto significa que todo nuestro ser se vuelve instrumento de justicia (Rom 6:13). Cuando sacrificamos nuestros cuerpos a Dios, los disciplinamos y los dominamos (1 Co 9:27). Ayunamos con frecuencia, hacemos penitencia corporal, e insertamos en nuestro cuerpo lo que falta a los padecimientos de Cristo (Col 1:24).

A través de nuestros cuerpos sacrificados, Dios transforma nuestras mentes. Por último, a través de nuestras mentes transformadas, nuestros cuerpos sacrificados se transforman a sí mismos. Cuando Jesús venga por última vez, "Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso" (Fil 3:21). Esta maravillosa y algún día, total transformación de la mente y el cuerpo empieza con la ofrenda de nuestros cuerpos a Dios. Por lo tanto, "yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios" (Rom 12,1).

Oración:  Padre, que no pierda mi alma aferrándome a mi cuerpo.

Promesa:  "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará". "¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?" (Mt 16:25-26).

Alabanza:  ¡Aleluya! ¡Jesús nos resucitará de entre los muertos! ¡Lo veremos cara a cara! (1 Co 13:12) ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014

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