muerte diaria
"Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer..." (Marcos 6:31).
Jesús trata de tomar el día, o al menos una hora libre. El quería parar y comer algo. El fue al bote con sus apóstoles y partieron hacia un lugar solitario (Mc 6:32). De la misma forma cientos, y hasta miles de personas corren alrededor del lago, el cual supuestamente era un lugar desierto pero estaba repleto por una multitud (Mc 6:33). Así es que no hay descanso, ni alimento para Jesús.
La mayoría de la gente se irrita fácilmente cuando no se alimenta o descansa lo necesario. Cuando nos gruñe el estomago y se nos caen los párpados de sueño, naturalmente tendemos a enfocarnos solo en nuestras necesidades. Aún en estas condiciones Jesús responde al llamado desesperado de la multitud muriendo para sí mismo por amor a su gente. Jesús olvida sus propias necesidades y "estuvo enseñándoles largo rato" (Mc 6:34).
Jesús murió colgado en la cruz en el Calvario, pero esta no fue su primera muerte. Jesús tres horas antes del calvario, acaba de cumplir treinta y tres años de morir a Sí mismo por amor a nosotros. En esta misma forma, levantemos diariamente nuestra cruz, neguémonos a nosotros mismos y sigamos a Jesús (Lc 9:23), muriendo a nosotros mismos repetidamente (Jn 12:24).
Oración: Jesús, gracias por Tu calvario, por los largos días, Tus ayunos, Tu arduo trabajo, Tu negarte a Ti mismo y por Tu amor.
Promesa: "Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti" (1Re 3:12).
Alabanza: San Jerónimo aprendió la disciplina del ejército de Venecia, y del ser discípulo de Dios.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 8 de augusto de 2013
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