zona de comodidad
"¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice su Dios!" (Isaías 40
El Señor le encomendó a la corte celestial dar consuelo a su gente en la Tierra. Este "consuelo" no significa sentirse bien y disfrutar de "comodidades", sino sentirse liberado de la esclavitud de buscar un estilo de vida que solo busca el placer (ver Is 40:2). El consuelo de Dios no es una gratificación exterior de los sentidos sino una libertad interior del pecado y de la culpa (Is 40꞉ Un ángel obedeció la orden de Dios de consolar a su pueblo gritando "¡terremoto!" (Eso es probablemente que quiere decir "llenar los valles y allanar las montañas" en Isaías 40:4). Una voz que grita "terremoto" no suena muy consoladora, pero sí nos muestra que la idea de Dios acerca del consuelo no está basada en circunstancias. Después, otra voz, probablemente otro ángel, mandó a Isaías gritar. Isaías no entendía que era lo que tenía que decir. Le fue dicho que gritara "toda la humanidad es hierba" (Is 40:6). ¡Qué pensamiento tan consolador! Obviamente, el consuelo de Dios no está basado en el poder humano. Finalmente, se le dice a Jerusalén, sube a lo más alto de la montaña y grita todo lo fuerte que puedas: "¡Aquí está tu Dios!" (Is 40:9). La comodidad no es un sentimiento, placer, circunstancia ni logro humano. No importa cuáles sean las circunstancias, el verdadero consuelo viene de estar en la presencia del Señor y sentir que "sólo Dios basta".
Oración: Padre, dame un consuelo navideño propio e ti.
Promesa: "De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños" (Mt 18:14).
Alabanza: Con su humilde obediencia, san Juan Diego encontró el consuelo que le permitió aceptar las burlas y los retos para dar testimonio de su amor por la Madre de Dios.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014
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