Muchos "Anticristos han aparecido". Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros" (1 Jn 2:19). Hay cristianos bautizados que son oficialmente miembros de la Iglesia, pero en sus corazones no pertenecen a la Iglesia. Estas personas participan de las actividades de la Iglesia, pero no han dado totalmente sus vidas a Jesús y a Su cuerpo, la Iglesia. Ellos reciben los sacramentos pero no la "buena nueva"; viven en peligro de convertirse en anticristos.

En este último día del año, que cada de uno de nosotros haga un compromiso total con Jesús. Jesús es Dios. Él es la Palabra eterna y encarnada de Dios (Jn 1:1, 14). "Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe" (Jn 1:3). Jesús es " la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre" (Jn 1:9). No estamos haciéndole un favor a Jesús al darle nuestras vidas. Tenemos el privilegio de que Él nos ha dado la vida, la libertad, la respiración, la fe y el amor para poder darle nuestras vidas. ¿Cómo podríamos no darle nuestras vidas a Él? No dejemos que otro año, día, hora, ni minuto pase sin darle todo a Jesús. "Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios" (Jn 1:11-12). No sólo estamos en las filas de la Iglesia, pero pertenezcamos a Cristo y a su Iglesia. Vivamos para Cristo y no seamos anticristos.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014

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