Pablo dejó a Tito en la isla de Creta para ministrar a los que allí vivían. Sin embargo, "Uno de ellos, su propio profeta, ha dicho: cretenses, eternos mentirosos, animales perversos, glotones y perezosos" (Tit 1:12). Pablo probablemente no tuvo muchos candidatos interesados en el trabajo en Creta. Tito aceptó la gracia y fielmente estableció los cimientos de la iglesia en cretense.

Después que Jesús dejó libre de los demonios a un hombre de Gerasa, Él no permitió que el hombre lo acompañará (Mc 5:18 y siguientes). En cambio, Jesús lo envió a ser testigo ante su familia. "El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis" ─ más allá de lo que Jesús le pidió ─"lo que Jesús había hecho por él y todos quedaban admirados" (Mc 5:20).

Jesús rehusó la solicitud de Pedro para quedarse en la cima del Monte de la Transfiguración en medio de la escena de su gloria (Mt 17:4 y siguientes). En su lugar, Pedro tuvo que guardar silencio sobre esta maravillosa experiencia (Mc 9:9) y regresó al valle fracasado y reprendido (Mc 9:18-19). Por el Espíritu Santo, Pedro perseveró y pronto condujo tres mil personas a Jesús en un día (Hch 2:41).

Jesús nos puede plantar en una extensa parcela de mala hierba (Mt 13:30). A menudo nos llama a permanecer en nuestra parcela (1 Tim 1:3) y "caminar en la fe y sin ver claramente" (2 Co 5:7). "Hagan todo lo que Él les diga" (Jn 2:5). Recuerda que en Jesús, "ustedes son la luz del mundo" (Mt 5:14). Por medio de ti, que la parcela un día pueda testimoniar: "El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz" (Mt 4:16).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014

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