fertilidad o fatalidad
"Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás" (Lucas 13:9).
Debemos dar el fruto de la evangelización y de la santidad. La alternativa es ser cortado como un árbol que no da fruto (Lc 13:7, 9), y ser echado en el fuego para ser quemado (Jn 15:5-6). Además es probable que tengamos que sufrir tragedias (Lc 13:1-5) y, finalmente, la separación eterna de Dios en el infierno. Por lo tanto, debemos dar frutos, tanto por nuestro propio bien como por la salvación de tantas personas cuanto sea posible (1 Co 9:19).
El Señor es tan estricto y severo acerca de esto porque Él es amor (1 Jn 4:8,16). Por amor, Él quiere que todos "se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2:4). Todo el mundo tiene la necesidad y el derecho de escuchar y ver a los cristianos anunciando el Evangelio y viviendo en santidad en este mundo. Por lo tanto, el Señor nos manda a ser sus testigos (Hch 1:8) y a hacer discípulos de todas las naciones (Mt 28:19). De lo contrario, seremos castigados.
Debemos estar seguros de dar fruto y de salvarnos a nosotros mismos de los terribles efectos de la esterilidad viviendo en Jesús y aceptándolo como Señor de nuestras vidas para que Él viva en nosotros (Jn 15:5). Por eso, debemos morirnos a nosotros mismos (Jn 12:24). "Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo" (2 Co 4:10). O nos morimos, vivimos en Cristo, y damos fruto, o vivimos para nosotros mismos, somos inútiles, y seremos condenados. Decide ser fructífero ahora.
Oración: Padre, como un grano de trigo, que yo caiga en la tierra y muera para dar mucho fruto (Jn 12,24).
Promesa: Es Jesús quien "comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros el ser profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo" (Ef 4:11-12).
Alabanza: Jessica se regocijó en una unidad más profunda que ella y su marido disfrutaron después de que él entró en la Iglesia durante la Vigilia de Pascua.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014
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