la muerte vencida
"El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros" (Isaías 25:7-8).
Isaías profetizó que el Señor "destruirá la Muerte para siempre" (Is 25:8). Jesús cumplió con esta profecía. Mediante su muerte en la cruz, Él quitó la victoria de la muerte, redujo a la impotencia "a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, el demonio" y liberó "a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte" (Heb 2:14-15). "La muerte ha sido vencida" (1 Co 15:54). Así, Jesús tiene "la llave de la Muerte y del Abismo" (Ap 1:18). Él proclama y promete: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás" (Jn 11:25-26).
"Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte" (1 Co 15:25-26). En el Día del Juicio Final, "la Muerte y el Abismo" serán "arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte" (Ap 20:14). Jesús "destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia" (2 Tim 1:10). ¡Alaba a Jesús! ¡Aleluya!
Oración: Jesús, que la celebración de la victoria de tu resurrección cada domingo, impregne nuestras vidas y al mundo.
Promesa: "Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús" (Fil 4:19).
Alabanza: ¡Alaba a Jesús, la Resurrección y la Vida (Jn 11:25)! ¡Alábale siempre y para siempre!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014
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