¡señor dios omnipotente, libre al fin!
"Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor" (Lucas 4,18-19).
Jesús anunció que su misión era establecer el Año de Jubileo, el gran año de la liberación, no cada cincuenta años, sino cada año (Lc 4:19). Considerando que los israelitas rara vez celebraban el año del jubileo ni aún cada cincuenta años como lo prescribía la ley (Lev 25,8 ss) parecía poco realista y grandioso para Jesús prometer un año de jubileo eternamente. Jesús prometía siglos de milagros de liberación. Solamente Dios sería capaz de cumplir tal promesa.
Sin embargo, Jesús probó que era Dios. Él es el gran Liberador y Redentor, el nuevo Cordero que nos conduce al último éxodo de la verdadera libertad. Jesús nos libera de la muerte, del pecado y de Satanás. También nos salva de la condenación, del temor, el odio a sí mismo y la esclavitud. Él nos libera para evangelizar, servir, reconciliarnos, para asumir el sufrimiento redentor, para alcanzar la vida eterna y la victoria total. Si Jesús nos hace libres, realmente lo somos (Jn 8,36). Cada día, Jesús hace milagros de liberación en nuestras vidas; lo que culminará con su venida final de Jesús. Entonces Él nos liberará de la tierra que arde (ver 2 Pe 3,7 y 12) llevándonos sobre las nubes con Él (1Tes 4,17). Este será el último milagro liberador de Dios en esta tierra que nos lleve a la perfecta libertad del cielo.
Sólo Jesús nos libera verdadera, completa y finalmente. Acepta a Jesús como tu Señor; se realmente libre.
Oración: Padre, que la libertad que has dado a tu pueblo guíe a muchos a dar sus vidas por tu Hijo Jesús.
Promesa: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción" (Lc 4,18).
Alabanza: Georgia se hizo libre por Jesús de la tiranía, la culpa y la duda y le sirvió al Señor ayudando a los desprotegidos.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013
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