libre expresión
"Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas y los centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo" (Hechos 12:6-7).
San Pedro estuvo en la cárcel en varias ocasiones y san Pablo fue encarcelado con más frecuencia. Sin embargo, ambos fueron reiterada y milagrosamente liberados para proclamar la Palabra de Dios. Porque "la palabra de Dios no está encadenada" (2Tim 2:9). No existen cadenas para los que se comprometen a proclamar la Palabra de Dios.
Pablo conectó su rescate de los peligros con la predicación de la palabra de Dios. Dijo: "El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león" (2Tim 4:17).
Cuando proclamamos la Palabra de Dios necesitamos no estar encadenados por el comportamiento compulsivo, encarcelados por el pecado ni paralizados por el temor a la muerte. (Cfr. Ap 11:11-12). La verdad de la Palabra de Dios nos hace libres (Jn 8:32). La Palabra de Dios es la llave a la libertad. En esta fiesta gloriosa, gire la llave para abrir sus cadenas, salga de su propia prisión y sea realmente libre.
Oración: Jesús, Palabra de Dios, rompe mis cadenas y seré realmente libre (Jn 8:36).
Promesa: "Te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mt 16:19).
Alabanza: San Pedro y san Pablo fueron liberados de su propia debilidad y pecado. Guiaron a otros hacia la libertad sólo encontrada en Dios. Ambos predicaron la libertad a los judíos y a los gentiles.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013
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