muriendo para vivir
"Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto" (2Corintios 5:14).
Como cristianos estamos convencidos de que al unirnos a Jesús, mediante el Bautismo, su muerte en la cruz es también nuestra muerte. "Hemos sido crucificados con Cristo" (Gal 2:19). "Después de todo," nos "¡hemos muerto!" (Col. 3:3) Una vez somos "bautizados en la muerte [de Cristo]" (Rm. 6:3), estamos llamados a ver la vida de forma diferente. Ya no vivimos para nosotros sino para Él (2Co 5:15). La vida que vivimos ya no es nuestra; es Cristo quien vive en nosotros. Vidas que anteriormente eran ordinarias, ahora son vidas de fe en Jesús (Gal 2:20).
No hablamos de una muerte física, pero todas aquellas motivaciones, prioridades, deseos, reacciones y actitudes que guiaban nuestra vieja naturaleza han sido ahogadas en las aguas del Bautismo. El Señor nos ha dado un nuevo nacimiento. Es necesario morir a nuestra vieja vida, para poder nacer a esta nueva realidad. Sin la muerte del "hombre viejo" no es posible recibir la vida nueva que se nos ha dado; la muerte precede a la vida y en la muerte de Jesús todos tenemos la posibilidad de vivir con Él. ¡Aleluya!
Oración: Jesús, sea tu muerte salvadora el centro y la preocupación de mi vida.
Promesa: "Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno" (Mt 5:37).
Alabanza: Warren, un médico de familia, se arrepintió de prescribir píldoras anticonceptivas que causaban abortos prematuros
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013
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