Cuando Jesús les dijo a los discípulos que no desesperaran, no se daban cuenta que pronto se sentirían desesperados. De la misma manera, cuando en el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que no nos desesperemos, no pensamos que este mensaje está específicamente dirigido a nosotros de una forma personal e inmediata. Nosotros pensamos que este mensaje no es para nosotros y que está dirigido a la congregación en general. Tal vez, creemos que todo nos va bien, por lo que no esperamos tener una situación estresante. Sin embargo, igual que los Discípulos estaban equivocados y a lo mejor también lo estamos nosotros. Ellos estaban a punto de experimentar los momentos más difíciles de sus vidas. Aunque nosotros no lo esperamos, probablemente tendremos la necesidad de recurrir a la ayuda del Espíritu Santo (Cfr. Jn 14, 26).

Imagina que en dos semanas necesitarás pedir un nuevo Pentecostés; cuando tengas que enfrentar una situación desesperante. Aunque esto pueda o no pasar, lo prudente es estar preparados llenándose del Espíritu Santo. Deseen un Nuevo Pentecostés más que cualquier otra cosa. Jesús ha prometido "Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñara todo y les hará recordar lo que yo les he dicho, (Jn 14,25-26). ¡Ven Espíritu Santo!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012

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