Una vez, en este día de fiesta, yo enseñaba en un clase de Biblia para las usuarias de un centro de embarazo en uno de los barrios más pobres de Cincinnati. Antes de que la persona reciba los materiales del centro, él o ella deben asistir a unas clases de Biblia, donde se da el compartir espiritual de la fe y el animarse mutuamente. Estábamos estudiando las diferencias entre la reacción de María (Lc 1:34) ante el anuncio de la concepción y el nacimiento de Jesús frente a la reacción de Zacarías (Lc 1:18) ante el anuncio de la concepción y nacimiento de san Juan Bautista.

Aunque a la adolescente, María, le faltaba la educación académica del sacerdote Zacarías, no dudaba de que Dios sea todopoderoso y podía hacer cualquier cosa. La pregunta de María se enfocó en "cómo" Dios iba a realizar esta concepción. Por otro lado, Zacarías, el sacerdote, bien educado, radicado en el templo de Dios, dudaba de que Dios pudiera hacer lo que el ángel estaba diciendo. María y Zacarías se preguntaban a qué se podía igualar eso. Pero la condición oculta de sus corazones quedó al desnudo con la reacción del ángel. Además, la respuesta de María de viajar noventa millas "sin demora" (Lc 1:39) para apoyar y animar a la anciana Elizabeth al final de su embarazo, evidencia la fe de ella en la promesa de Dios.

Eleva hoy una oración por todas las mujeres embarazadas. Algunas están bien educadas, otras no. Reza para que su reacción sea de fe y esperanza expectantes, confiando en que Dios tiene grandes cosas en mente para ellas y su niño por nacer.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012

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