En el Evangelio de Mateo, las primeras órdenes que Jesús da a los que primero lo vieron después de su resurrección fueron: "No temas, vete y lleva la noticia" de mi resurrección (Mt 28:10). Después de la resurrección, Jesús habla principalmente a través de sus testigos, los miembros de su cuerpo. Poco antes de morir, Jesús se dirigió a los líderes judíos para que escucharan a aquellos que le habían oído hablar (véase Jn 18:21). Ahora Jesús habla al mundo a través de sus testigos elegidos (Hch 10:41). El Señor resucitado respalda a sus testigos con poder (Mc 16:17ss) y autoridad (Lc 10:16). Cuando la gente no nos cree como testigos suyos, a Jesús no le agrada (Mc 16:14).

El deber de un testigo es simple. Un testigo simplemente testifica sobre lo que ellos han "oído y visto" (Hch 4:20). La única decisión que tiene que tomar un testigo es hablar o no hablar. Las organizaciones criminales se sirven de amenazas de muerte para lograr el silencio de los testigos. De la misma manera actúan los enemigos de Jesús (ver Mt 28:12ss). Otros niegan la noticia de la resurrección e insultan a sus testigos (ver Hch 17:18, 32). Sin embargo, Jesús nos dice: "No teman!" (Mt 28:10) Jesús tiene el programa de "protección de testigos" más avanzado. ¡Él ha triunfado sobre la muerte! El miedo y la muerte han perdido "todo poder sobre Jesús y sus testigos" (Rm 6:9).

Jesús nos dice: Ustedes "serán mis testigos" (Hch 1:8). "No temas. Sigue predicando y no te calles"(Hch 18:9). «Ve y avísales» (Mt 28:10) que Jesús ha resucitado de entre los muertos y todos los que creen en él tienen vida eterna (Jn 3:16).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012

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