oídos perforados
"Cada mañana, Él despierta mi oído para que yo escuche" (Isaías 50:4).
El Señor despertará nuestros oídos cada mañana para que Le escuchemos. El nos dará palabras para levantar al cansado (Is 50:4). Porque escuchamos a Dios, pronunciaremos Su nombre. Tener una "lengua bien entrenada" quiere decir la lengua de un discípulo de Jesús (Cf Is 50:4).
Sin embargo, hay resistencia dentro de nosotros a escuchar a Dios. El Señor nos dice muy seguido cosas que no queremos oír. Entonces, o morimos a nosotros mismos o nos rebelamos, rehusando escuchar al Señor (Is 50:5). Muchos otros se resisten a escuchar a Dios, y tratarán de prevenir que nosotros escuchemos a Dios, porque cuando escuchamos a Dios, vamos a decir cosas que no quieren escuchar. Para callarnos, quizá golpeen nuestras espaldas, nos jalen la barba, escupan nuestras caras, o nos ataquen de otras maneras (Is 50:6). Sin embargo, no debemos ser rebeldes. Debemos mantener un ánimo sereno (Is 50:7) y dejar que Dios abra nuestros oídos para escucharlo, sin atender a las consecuencias.
Jesús es el ejemplo perfecto. Él es la Palabra de Dios Encarnada. Todas las mañanas Él puso oído atento a Su Padre celestial y después proclamó la verdad. Hubo tanta resistencia a Sus palabras que Él fue crucificado, pero Jesús no fue desobediente.
Escucha como Jesús escuchó; habla como Jesús habló; sufre como Jesús sufrió; muere como Jesús murió; asciende como Jesús ascendió.
Oración: Padre, que esta Semana Santa te escuche, no importa las consecuencias.
Promesa: "Voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos" (Mateo 26:18).
Alabanza: Bernice sirve a Jesús en el ministerio de enseñar a niños retrasados y niños de pocos recursos.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012
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