Jesús es como "una espada afilada" o "una flecha punzante" (Is 49:2). El puede perforarnos y causar dolor. Jesús es como una espada oculta o una flecha escondida (Is 49:2). A menos que estemos atentos, no Lo notaremos. La acción de Jesús en nuestras vidas al principio sobre todo y con frecuencia parece ser vana e inútil" (Is 49:4). Consecuentemente, por estar abiertos a Jesús, debemos sufrir dolor, permanecer atentos y perseverar caminando "por fe, no por la vista" (2Cor 5:7). Es difícil estar abiertos a Jesús.

De algún modo, Jesús es la Persona más atractiva que haya vivido. Después de haber sido elevado en Su muerte, resurrección y ascensión, Jesús atrae a toda la gente hacia Él (Jn 12:32). En otros aspectos, Jesús no es atractivo. "El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada." (Is 53:2-3)

Jesús simultáneamente nos atrae y nos rechaza. Si nos enfocamos en nosotros mismos, daremos media vuelta y nos alejaremos de Él. Si morimos a nosotros mismos, entonces iremos hacia Él. El pecado trastorna la atracción al amor de Jesús. El arrepentimiento y la fe nos devuelven a Su amor. "Acércate a Dios, y Él se acercará más a ti" (Jue 4:8).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012

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