La gente de Dios está en peligro. Todos los católicos confirmados han escuchado la Buena Nueva y se les ha enseñado "el camino a la santidad" (2 Pe 2:21). Ellos están en posición de recibir una bendición mayor: y a quien mucho se le da, también se le pedirá mucho (Lc 12:48). Porque ellos han recibido ricas bendiciones en los Sacramentos, ungidos por el Espíritu Santo, los católicos confirmados se presentan como una amenaza para el demonio y quienes le siguen.

Nos corresponde, tanto a católicos como a los cristianos en general, a seguir activamente dando testimonio y creciendo en la fe (Cfr. Heb 6:1-6). Es más fácil, para Satanás y sus demonios, influenciar a un cristiano perezoso que a uno activo que sigue a Jesús. Cuando no seguimos activamente a Jesús, nuestra fe se estanca, y somos como infantes en la fe (Cfr. 1 Co 3:1-3; Heb 5:13).

En el reino animal, los lobos siguen a su presa. Aquellos sanos y alertas permanecen juntos y se protegen unos a otros. Sin embargo, los débiles o solitarios son una presa fácil para los lobos. Nosotros, no queremos ser blanco fácil para el demonio, llevando una vida falta del fuego del Espíritu (1 Ts 5:19) Suenen la alarma y este viernes, "proclamen un ayuno" (Jl 2:1; 1:14) para que crezcan en fe quienes han oído la Buena Nueva pero que no cargan frutos ni crecen en fe. Ellos están en peligro. "Suenen la alarma" (Jl 2:1).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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