"Todas las cosas son vanidad" (Qo 1:2) Nuestro trabajo se desperdicia (Qo 1:3). Vivimos por lo que podemos morir (Qo 1:4). El sol, el viento, los ríos, y toda la creación se encuentran atrapados en un patrón cíclico (Qo 1:5-7). Estamos, literalmente e inútilmente "dando vueltas en círculos." Incluso hablar de nuestro problema es un problema (Qo 1:8).

Cuanto más sabemos y experimentamos, más insatisfechos y vacíos nos convertimos (Qo 1:8). Creemos que podemos cambiar el futuro, pero el futuro será básicamente las repeticiones del pasado (Qo 1:9-10). La muerte ensombrece la vida, tanto, como para hacer de la vida un ejercicio de auto-engaño y fatalidad. Estamos tentados a ver las novedades y las anomalías como innovación, libertad y esperanza. Sin embargo, estas señales de esperanza, con una inspección más cercana, se convierten en signos de fatalidad.

Jesús se convirtió en ser humano y entró en nuestro círculo vicioso de vanidad, ilusión y desesperación. A pesar de que fue crucificado y asesinado, él no fue destruido por este mundo caído. Jesús resucitó de entre los muertos. Esto era nuevo - radical y totalmente nuevo. Jesús rompió el hechizo de la vanidad mortal. "Esto significa que si alguno está en Cristo, es una nueva creación. El antiguo orden ha fallecido, ¡ahora todo es nuevo! (2 Co 5:17) Cambia todo y cada cosa en tu vida para que vivas en Jesús (ver Ga 2:19-20)!.

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 22 de junio de 2012

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