morderse la lengua
" 'Sí, lo paga' respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: -¿Tú qué opinas, Simón?" —Mateo 17:25
Jesús le dijo a Pedro que fuera a pescar. Pedro abrió la boca del primer pez que agarró y descubrió una moneda que valía por el doble del impuesto (Mt 17:27). De igual manera, lo que salió de la boca del pez probablemente valía el doble de lo que salió de la boca de Pedro. Abría la boca solo para tener que morderse la lengua luego. Tenía una desafortunada habilidad para decir lo incorrecto en los momentos más inoportunos. Por ejemplo, durante la Ultima Cena, Pedro salió de bocón alardeando que nunca rechazaría a Jesús y que hasta moriría por el (Lc 22:33). Sin embargo, luego de la Ultima Cena, Pedro cayó dormido y ni siquiera abriría su boca para una hora de oración.
No obstante, la buena noticia es que el Espíritu Santo se apodero de la lengua de Pedro. Inmediatamente, sus palabras tomaron valor. Sus palabras doradas fueron usadas por el Señor para encabezar a tres mil personas para entrar al reino de Dios en el primer Pentecostés (Hch 2:41). El alababa al Señor en otras lenguas y llevaba a gente de diferentes idiomas a comprometerse con Jesús. Las palabras de Pedro sanaban, resucitaban a muertos, y liberaba a otros de demonios (Hch 9:32ff). Sus palabras eran Espíritu y vida (Jn 6:63). Regala tu discurso al Señor. El te enseñara "qué decir y como decirlo" (Jn 12:49).
Oración: Padre, que reciba al Espíritu en mi corazón y hable desde la abundancia de mi corazón (Lc 6:45).
Promesa: "El resplandor era semejante al del arco iris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del Señor. Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que una voz me hablaba." Ez 1:28
Alabanza: San Hipólito escribió el comentario Cristiano sobre las Escrituras más antiguo que se conoce. Se equivocó, pero finalmente se reconcilio con la Iglesia. Dio su vida por Jesús como un mártir.
Rescripto: †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 22 de junio de 2012
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