En el mundo de los negocios, ciertas pérdidas son anticipadas. Los bienes dañados, quebrados, manchados, defectuosos, podridos, robados, o extraviados son declarados un desecho del negocio. Estas son pérdidas "aceptables".

Sin embargo, en el Plan de Dios, ¡ninguna perdida es aceptable! "La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día" (Jn 6,39; ver también 17,12; 18,9).

Jesús, el Buen Pastor:

• remueve las manchas. Él se ofreció como sacrificio para presentar una santa y gloriosa Iglesia, "sin mancha o arruga" (Ef 5,25 y 27),

• Él sana al quebrantado (Sal 147,3; Is 61,1),

• protege al lastimado (Is 42,3),

• restaura a el dañado (Is 61,3),

• busca al perdido (Ez 34,12 y16), finalmente

• recupera lo robado (ver Jl 2,24-26; Is 49,25).

¿Qué piensas sobre la oveja perdida? ¿Cuánto piensas que vale? Como Jesús, ¿saldrías a buscar una oveja perdida, sucia, imperfecta para ofrecerle tu cariño y atención? (Cfr. Is 40,1-2). ¿Hay alguien con quien te has dado por vencido y lo consideras perdido? Tal vez ese "alguien" cometió un pecado repulsivo, e imperdonable. Has concluido que ha llegado muy lejos y que ya no tiene remedio.

Jesús dijo: "'Simón, hijo de Juan, ¿me amas?' 'Si Señor,' Pedro respondió, 'Tú sabes que yo te amo.' Jesús dijo: 'Cuida mis ovejas'" (Cfr. Jn 21,16). ¿Amas a Jesús?