Los padres tienden a jactarse de sus hijos, y Dios Padre ama jactarse de nosotros, sus hijos. Cuando Dios se jactó al diablo de Job (Jb 1:8), el diablo lo rechazó afirmando que Job solo quería a Dios porque Él le había dado tantas cosas (Jb 1:9-10). Entonces, Dios permitió que el Diablo destruyera las herramientas trabajo de la finca de Job, su rancho de ovejas, su proveedor de carros (camellos) y sus diez hijos (Jb 1:14-19).

Imaginen un día en el que mueran diez hijos, varios empleados, y tres grandes negocios se caigan. La esposa de Job reaccionó a estas tragedias como era de predecirse, diciéndole a Job: "Maldice a Dios y muere" (Jb 2:9). Sin embargo, Job reaccionó orando una de las oraciones más llenas de fe, jamás oradas: "Jehová dio, y Jehová quitó, sea bendito el nombre de Dios" (Jb 1:21) Job amaba a Dios con profundo compromiso. Luego Dios tenía aún más de que jactarse con Job y el diablo fue expuesto como un mentiroso.

Nuestro Padre se está jactando de nosotros. Es nuestro amor por Él profundo o sólo superficial? Amaremos y alabaremos a nuestro Padre sin importar qué pase, o dejaremos que el demonio nos manipule a maldecir, dudar o alejarnos de Dios? Los sufrimientos nos dicen quiénes son nuestros verdaderos amigos. Los sufrimientos nos dicen si somos amigos reales de Dios, el Padre.

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012

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