A medida que nos acercamos al final de la temporada de Pascua y nos preparamos para un nuevo Pentecostés, la última palabra de los Hechos de los Apóstoles es que, al igual que Pablo, deberíamos predicar y enseñar acerca de Jesús y Su reino "enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo" (Hch 28:31). La última palabra del Evangelio de Juan es que, al igual que Pedro, debemos seguir a Jesús y negarnos a distraernos con otros asuntos (Jn 21:22). En otras palabras, salgamos del cenáculo de Pentecostés y sigamos a Jesús por las calles, hogares y vecindarios, donde reconoceremos públicamente y sin temor a Jesús como nuestro Salvador, Señor, Vida y Dios (ver Mt 10:32).

Al final de nuestras vidas, obviamente, muchas cosas que nos han preocupado a lo largo de nuestras vidas no importarán. Pero nuestra relación con Jesús, nuestro discipulado y nuestra evangelización harán toda la diferencia en este mundo y el de más allá. El viejo dicho a menudo es cierto: "Lo que comienza bien, termina bien". Si terminamos esta temporada de Pascua con un nuevo Pentecostés, todo terminará muy bien. Si terminamos la vida en la tierra con el nombre de Jesús en nuestros labios y en los labios de aquellos con quienes hemos compartido el Evangelio, todo estará bien para siempre. Hoy, cuando termines la novena de Pentecostés, prepárate para el mejor final de todos. ¡Ven, Espíritu Santo!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 12 de diciembre de 2018

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