El Señor insiste en que tengamos frutos abundantes y duraderos (Jn 15:5, 16). En consecuencia, es bueno preguntarse: "¿Cuántas personas he intentado llevar a un compromiso total con el Señor por medio de mi amor, servicio, testimonio, palabras, oración y ayuno?" Otra pregunta crucial que deberíamos hacernos es: "¿A cuántos cristianos he intentado llevar al liderazgo en la Iglesia?" Por ejemplo, cuando san Pablo se enteró de la fe de Timoteo, estaba deseoso de que Timoteo fuera en misión y comenzara un aprendizaje para liderazgo en la Iglesia (Hch 16:3; ver 2 Tim 1:5).

El Señor nos tiene a cada uno de nosotros responsable de ser, por así decirlo, uno de Sus directores vocacionales, guiando a cristianos de todo camino de la vida a un liderazgo en la Iglesia. Empero, primero debemos ser testigos de Jesús (ver Hch 1:8) y un evangelizador, porque la esencia de la vida cristiana, como del liderazgo cristiano, es evangelizar. El Papa san Pablo VI afirmó esto sucintamente: La Iglesia "existe para evangelizar" (Sobre la evangelización en el mundo moderno, 14). Sé fructífero. Sé un evangelizador. Sé un director vocacional. Sé lo que el Señor quiere que seas.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de enero de 2019

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