Si usted es cristiano, eres literalmente un hijo adoptivo de Dios. Tienes una nueva naturaleza en Cristo, una participación en la naturaleza divina (2 Pe 1:4). Eres real, sacerdotal, santo, elegido y reservado (ver 1 Pe 2:9). Considerando tu identidad en Cristo, obviamente eres llamado a la grandeza.

Sin embargo, debemos entender la grandeza como lo hace Jesús. Nuestra grandeza no es la grandeza del mundo, sino la grandeza de la cruz (ver Mt 20:25-26).

Una vez que nos convencemos de nuestro llamado a la verdadera grandeza, vemos la vida de manera muy diferente. Por ejemplo, en este folleto, lo alentamos reiteradamente a participar en la misa todos los días o con la mayor frecuencia posible. La misa diaria es casi una conclusión lógica para aquellos que conocen su llamado a la grandeza. En este folleto, tratamos de mover a las personas del analfabetismo o la ignorancia de la Biblia hacia una vida en la Palabra de Dios (ver Jn 8:31). Aquellos que conocen su llamado a la grandeza ven la necesidad de sumergirse en la Palabra de Dios.

Muchos cristianos viven vidas tibias y mediocres. ¿Cómo pueden los cristianos conformarse con algo menos que darle lo mejor al Señor? A lo mejor no se han dado cuenta de su llamado a la grandeza. En esta Cuaresma, pídale al Espíritu Santo que confirme su identidad y su llamado a la grandeza.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 16 de julio de 2018

El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.