abridores de ojos y de oidos
"Escúchenlo" (Marcos 9:7).
Después de Pentecostés hasta el final del año litúrgico, comenzamos seis meses de intenso trabajo evangelizando el mundo y construyendo el reino de Dios. Al comenzar el tercer mes de trabajo, podemos encontrarnos empantanados. Podemos culpar a la "melancolía del verano" o al calor del día. Con frecuencia culpamos a otros por nuestros problemas; especialmente nos gusta culpar a la Iglesia.
Sin embargo, tal vez "el problema está en nosotros mismos", es decir, de nuestro lado, y no tiene nada que ver con la temperatura o la estación del año. Tal vez simplemente no estamos escuchando a Jesús. Necesitamos ver a Jesús transfigurado delante de nosotros y escuchar una voz diciendo: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo" (Mc 9:7). Necesitamos mantener nuestra atención estrechamente fija en el mensaje profético (2 Pe 1:19). Necesitamos algo que abra nuestros oídos para escuchar al Señor.
Que esta fiesta de la Transfiguración sea una experiencia de apertura de ojos y especialmente de una apertura de oídos. "El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias" (Ap 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22)
Oración: Padre, que Tu voz penetre la oscuridad y la confusión en mi vida.
Promesa: "Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas" (Dn 7:14).
Alabanza: ¡Alabado sea Jesús, transfigurado, crucificado, resucitado, ascendido y glorificado!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de enero de 2018
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