¿"el que busca encuentra y el que se descuida pierde"?
"He encontrado el libro de la Ley en la Casa del Señor" (2 Reyes 22:8).
Cuando encontramos la Palabra de Dios, nuestras vidas cambian. Jeremías exclamó: "Cuando se presentaban Tus palabras, yo las devoraba, Tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón" (Jer 15:16). Al decir que encontramos la Palabra de Dios, no nos referimos a encontrar una copia de la Biblia o partes de la Biblia como lo hizo Hilcías. Nos referimos a encontrar la Palabra de Dios, de la Iglesia y sus Escrituras "no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios" (1 Tes 2:13). Encontrar la Palabra de Dios significa que Dios nos considera como "el pobre, de espíritu acongojado, que se estremece ante mis palabras" (Is 66:2).
Debido a que el Señor quiere que encontremos Su Palabra y que moremos en ella (Jn 8:31), el demonio trata de que le faltemos al respeto, la minimicemos y la desobedezcamos para que nunca la encontremos, o para que la perdamos si ya la hemos encontrado. Nuestra cultura secular y humanista niega y cuestiona la existencia de la verdad objetiva. Aún aquellos que creen en alguna verdad objetiva a veces piensan que la Iglesia y su Biblia son anticuadas y no tienen que ser obedecidas, declarando que debemos "pensar por nosotros mismos". Dicen que no debemos afirmar que la Palabra de Dios es verdad objetiva la cual todos tenemos la responsabilidad de obedecer. Estas actitudes enfermizas minimizan la verdad y la autoridad de la Palabra de Dios. Debemos rechazar estas actitudes. Aférrense con alegría a la libertad que proviene de encontrar y vivir la verdad de la Palabra de Dios (ver Jn 8:32).
Oración: Padre, haz que Tu palabra me sea más valiosa que cualquier otro placer en mi vida (ver Sal 119:103,127).
Promesa: "Por sus frutos, ustedes los reconocerán" (Mt 7:20).
Alabanza: San Cirilo defendió por décadas la divinidad de Cristo contra aquellos que decían que era tan solo un hombre.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.
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