En el Sermón del Monte, la quintaesencia del nuevo pacto, Jesús expresa Su divinidad clarificando la antigua ley de varias maneras. La primera afirmación de Jesús es: "Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: 'No matarás', y el que mata debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal" (Mt 5:21-22). La ira, las palabras enojadas y los enojos pensados están prohibidos (Mt 5:22). Incluso si no estamos enojados, si alguien está enojado con nosotros, debemos hasta interrumpir nuestra adoración "e ir primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5:23-24). De lo contrario, el adversario nos podrá tomar presos de algún modo, y "no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo" (Mt 5:25-26).

Aún si nos reconciliamos con todos y a todos con nosotros, debemos proclamar el mensaje de la reconciliación (2 Co 5:19-20) y obrar en el ministerio de la reconciliación (2 Co 5:18). La reconciliación es una prioridad tan grande para Jesús que Él reconcilió "consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de Su cruz" (Col 1:20). Nosotros, como discípulos de Jesús, debemos hacer de la reconciliación una prioridad muy importante. "Les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios" (2 Co 5:20).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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