herederos aparentes
"La promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede de la fe" (Romanos 4:13).
El Señor prometió a Abraham que él heredaría el mundo. En Jesús, somos más grandes que Abraham (Mt 11:11). En Jesús, heredamos el mundo y tenemos "las Naciones por herencia y los extremos de la tierra" para nuestra posesión (Sal 2:8).
Como herederos del mundo, debemos ser la luz del mundo y la sal de la tierra (Mt 5:13-14). Como herederos del mundo, hacemos discípulos de todas las Naciones (Mt 28:19), porque el Señor quiere que todos se salven (1 Tim 2:4). Heredando el mundo, renovamos la faz de la tierra por medio del poder del Espíritu Santo (ver Sal 104:30). Heredando el mundo, somos católicos, es decir universales y somos misioneros. La evangelización del mundo es el deseo de nuestro corazón, como lo es el deseo del corazón de Jesús.
Así que seamos "herederos de Dios, coherederos con Cristo" (Rom 8:17). Seamos luz, sal, evangelizadores, misioneros y católicos.
Oración: Padre, enséñame a vivir (Rom 8:17).
Promesa: "Cuando los lleven ante las sinagogas, ante magistrados y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir" (Lc 12:11-12).
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Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de mayo de 2017.
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