En el octavo día de Navidad, nosotros celebramos la festividad de María, la Madre de Dios. En el octavo día de Su vida, Jesús derramó Su sangre por primera vez mientras soportaba la circuncisión. María, Su madre, fue quien cuidó la herida de Jesús, lavando repetidas veces Su sangre durante los días siguientes mientras el niño Jesús sanaba.

Esto prefigura a María parada a los pies de la cruz de Jesús décadas después mientras Él derramará Su sangre por nuestra salvación. Muchos de ustedes han visto la estatua de la Piedad en que la Madre María sostiene el cuerpo muerto y ensangrentado de su Hijo, Jesús. Incluso después de su muerte, María atesora el cuerpo de Jesús al limpiarle Su sangre. Durante toda su vida, María fue devota de la Preciosísima Sangre de Jesús. Esto fue dramáticamente retratado en la película "La Pasión de Cristo" y en el libro de Anne Catherine Emmerich, "La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo".

Imita a la Madre María. Dedícate a la Preciosa Sangre de Jesús en el 2017. Recibe a Jesús eucarístico en la Misa tan frecuente como puedas, incluso a diario. Comprométete a la adoración eucarística con frecuencia. "Ah, la sangre de Jesús, no deberá sufrir pérdida".