unidad dolorosa
"Sin embargo, es preciso que se formen partidos entre ustedes, para se pongan de manifiesto los que tienen verdadera virtud" (1 Corintios 11:19).
Jesús ruega en este momento que seamos uno como Él y el Padre son Uno (Jn 17:21). Sin embargo, esta unidad debe venir por medio de la conversión y no comprometiendo las verdades básicas. Jesús no ora por la unidad del denominador común más bajo de un evangelio débil. Más bien, ora por una unidad trinitaria que viene de un profundo arrepentimiento y transformación radical.
Para ayudarnos a crecer hacia este tipo de unidad, Jesús a menudo trae la división (Lc 12:51). En la mayoría de los casos esto no se puede evitar. Por ejemplo, si un pastor quiere realmente renovar su parroquia, generalmente debe resignarse a que algunos feligreses dejen la parroquia, que haya mayor división y persecución. Si los padres quieren ver a sus hijos unidos bajo el señorío de Jesús, probablemente experimentarán mayor conflicto y distanciamiento de algunos de sus hijos por un tiempo. El sendero a la unidad en la iglesia, matrimonio, familia, etc., es el camino de la Cruz — dolorosa división y persecución sufrida por medio del amor incondicional. En el Calvario, Jesús pagó el precio de la unidad; ahora pide que nosotros hagamos nuestra parte. ¿Y tú? ¿Pagarás el precio doloroso?
Oración: Padre, que busque la unidad más que mi propia individualidad y comodidad personal.
Promesa: "Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará" (Lc 7:7).
Alabanza: "Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!" (ver Lc 1:49)