"mejora" personal
"Su corazón está dividido" (Oseas 10:2).
Cuanto más prosperaban los israelitas, más caían en el culto idólatra, levantando altares y pilares dedicados a los falsos dioses (Os 10:1). ¿No es eso lo que nos pasa a nosotros también? Nos engañamos si pensamos que, cuando nos hagamos ricos, le prestaremos más atención y esmero. Esto es auto-engaño muy común. Hemos heredado una naturaleza pecaminosa, deformada por el pecado original. Nuestra carne nunca está satisfecha; siempre quiere más. Cuanto más tenemos, más queremos para nosotros, y menos tiempo tenemos para Dios. "Si ustedes viven según la carne, morirán" (Rom 8:13).
Nuestra naturaleza pecaminosa no puede ser domada. La carne siempre se rebela contra el Espíritu Santo (Gal 5:17). Por tanto, nunca podremos satisfacer todos los deseos de la carne, ya que su tendencia está en oposición con Dios y no puede agradarle (Rom 8:7-8). Si la carne pudiera ser domada y corregida en su inclinación al mal, ¿no nos hubiera Jesús simplemente enseñado a hacer eso? Jesús es el Camino (Jn 14:6), y Su camino es el de crucificar la carne. Jesús "sufrió en su carne" (1 Pe 4:1), fue crucificado, resucitó de entre los muertos, y derrotó a la carne para siempre.
Por medio del Bautismo, Jesús ha crucificado nuestra naturaleza pecaminosa y comparte su divina naturaleza con nosotros (2 Pe 1:4). Cuando vivimos nuestro Bautismo, vivimos en el Espíritu, quien pelea contra la carne (Gal 5:17). Toma cada día tu cruz (Lc 9:23) y vive tu Bautismo. Crucifica tu "carne con sus pasiones y malos deseos" (Gal 5:24). Junto con san Pablo, proclama: "Yo estoy crucificado con Cristo" (Gal 2:19).
Oración: Padre, conoceré y viviré nada más que por Cristo crucificado (1 Co 2:2, NBAR).
Promesa: "¡El Reino de los Cielos está cerca!" (Mt 10:7)
Alabanza: Santa María dejó que el Espíritu Santo ganara una victoria sobre la carne. Por el ejemplo de santa María, que nosotros siempre defendamos la pureza con inocencia.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.
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