el desafío de la biblia
"Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura" (Lucas 4:16).
Jesús empezó su ministerio público leyendo y proclamando la Palabra de Dios. Esdras empezó una renovación del pueblo Israelita por leer y enseñar la Palabra de Dios desde el amanecer hasta el medio día (Neh 8:3, 8). Nosotros también podemos empezar este año invirtiendo mucho tiempo con la Palabra de Dios. Considere comprometerse a orar y leer la Biblia durante una hora diaria hasta el comienzo de la Cuaresma. Si esto le parece demasiado, hazlo con quince o treinta minutos al día por las siguientes dos semanas.
Cuando nos exponemos profundamente a la Palabra de Dios, somos purificados del mal (Ef 5:26) y se saca de nosotros eso que limita nuestro crecimiento en el Señor (Jn 15:2-3). Cuando recibimos la Palabra de Dios, escuchamos mejor al Señor y crecemos en fe (Rom 10:17). La Palabra de Dios nos ayuda a conocernos mejor a través de conocer los pensamientos y reflexiones de nuestros corazones (Heb 4:12). Por la Palabra de Dios somos alimentados espiritualmente (Mt 4:4), llenos de gozo, y fortalecidos (Neh 8:10). La Palabra de Dios nos hace "perfectos y preparados para hacer siempre el bien" (2 Tim 3:17).
Estos son solamente algunos de los efectos de la Palabra de Dios. Su Palabra es tan viva, eficaz (Heb 4:12), poderosa y tan rica que bien puede ser el mejor año de nuestras vidas si empezamos con una profunda experiencia de la Palabra.
Oración: Padre, dame hambre por Tu Palabra, como un bebé tiene hambre por leche (1 Pe 2:2).
Promesa: "¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría (1 Co 12:26).
Alabanza: Alabanzas a Ti, Jesús resucitado, la Luz de la Vida (Jn 8:12). ¡Aleluya a Ti por siempre y para siempre!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.
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