nuestra unica dignidad
"Lleven una vida digna del Dios que los llamó a su Reino y a su gloria" (1 Tesalonicenses 2:12).
"Así podrán comportarse de una manera digna del Señor, agradándolo en todo" (Col 1:10). "Solamente les pido que se comporten como dignos seguidores del Evangelio de Cristo" (Fil 1:27). "Comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido" (Ef 4:1). El Señor nos manda a llevar una vida digna de Él, del Evangelio, y de nuestro llamado. ¿Declarará el Señor el final de este día y el fin de nuestra vida "dignos"?
Antes de recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, admitimos: "Señor, no soy digno de recibirte". No somos dignos de recibir a Dios ni dignos de Dios. ¿Cómo podemos ser dignos? En el cielo, cantan: "Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado" (Ap 5:9). Todos ellos claman: "El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza" (Ap 5:12) Jesús es el único digno, y hemos sido bautizados en Él (Rom 6:3). En Jesús, somos dignos. En Jesús, nuestras vidas son dignas de Dios, el Evangelio, nuestro llamado y la vida eterna. Así cantamos para siempre: "¡Digno es el Cordero!"
Oración: Jesús, mi única dignidad, ¡Yo alabo a Ti para siempre!
Promesa: "No cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente" (1 Tes 2:13).
Alabanza: Esteban ajusta su horario de trabajo para que la misa diaria y la adoración eucarística semanal no sean descuidadas.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015
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