San Juan Bautista era prisionero, pero era libre, audaz, profético y no se dejaba manipular. Con valentía, se alzó en contra del rey Herodes, proclamando claramente que estaba mal que viviera en adulterio (ver Mt 14:3-4). Dijo la verdad a pesar de las consecuencias.

Herodes fue un tirano poderoso, pero era temeroso, desconfiado, agobiado por la culpa, y fácilmente manipulado. Herodes pareció triunfar sobre Juan al arrestarlo por decir la verdad acerca de la relación adúltera de Herodes con Herodías. Sin embargo, Juan venció. El reproche de Juan le reconcomía el alma a Herodes.

Herodes creyó podría acallar el mensaje si enviaba a la cárcel al mensajero. Pero la gente captó el mensaje de Juan y así Herodes empezó a "tener miedo del pueblo" (Mt 14:5). Aprisionado por el miedo y la lujuria, Herodes se dejó seducir por su hijastra (ver Mt 14:6ss), y tan poderoso como era no pudo resistirse al ruego de una niña. Por ello "mandó decapitar a Juan en la cárcel" (Mt 14:10).

Herodes era tan miedoso y le agobiaba tanto la culpa que al oír de los milagros de Jesús, inmediatamente sacó la conclusión de que Juan había "resucitado de entre los muertos" (Mt 14:2). En sus vanas ilusiones, Herodes creyó que Juan había resucitado de entre los muertos para vengarse.

¿Quiénes, igual que Herodes, te amenazan y te castigan por decir la verdad? Tan sólo son prisioneros miedosos, mientras que en Jesús serás fuerte y libre. Así que "no les teman" (Mt 10:26). Continúa proclamando la verdad, porque Jesús está contigo (ver Hch 18:9-10).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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