Mientras Jesús estaba hablando de una nueva manera de vivir y ayunar, "se presentó un alto jefe, postrándose ante Él y dijo: 'Mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá' " (Mt 9:18). Entonces, Jesús resucitó de entre los muertos a la niña (Mt 9:25). Este milagro de resurrección siguió inmediatamente a la curación de una mujer que había sufrido de hemorragias durante doce años (Mt 9:22). Estos milagros de sanación y resurrección están ubicados en el contexto de las palabras de Jesús sobre el ayuno. Esto puede implicar que, de acuerdo con la voluntad de Jesús, el ayuno es muy poderoso para curar a los enfermos, incluso los enfermos crónicos y para resucitar a los muertos.

No he conocido a mucha gente que se tome en serio la recomendación de Jesús sobre el ayuno. Los pocos que han ayunado como Jesús lo ha mandado, no han tenido quejas. Han comprobado que las promesas de la Biblia relacionadas con el ayuno son todas verdaderas y sencillas. Algunos santos se han percatado de esto y han buscado el permiso de Dios para ayunar muy frecuentemente.

Muchos de nosotros nos sentimos indefensos y rodeados por una "cultura de la muerte". Deseamos poder hacer algo para amar al Señor y servir a su pueblo. Ayunar puede ser una de nuestras mejores oportunidades para expresar nuestro amor. Hagamos de julio el "mes del ayuno."

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015

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