domando al audaz
"Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose" (Éxodo 1:10).
Vivimos en una versión moderna de Egipto. Muchos grupos conspiran para detener nuestro crecimiento: doctores, enfermeras, terapeutas, presentadores de televisión, escritores de revistas, agencias gubernamentales, organizaciones sin ánimo de lucro como Paternidad Planificada (IPPF), amigos, colegas y conocidos. A la cabeza de esta conspiración está Satanás, manipulando astutamente al Pueblo de Dios para impedir no solamente que se conciban más hijos sino también para que no crezcan espiritualmente ni alcancen la madurez cristiana. Abundan las falsas recomendaciones y críticas sutiles, que han llegado a ser altamente eficaces. Tal es el caso de los métodos anticonceptivos, el aborto o la esterilización.
Satanás ha utilizado hábilmente a sus peones para tomar el control de nuestra sexualidad y reproducción y expulsar a Jesús de esta batalla crucial para la humanidad. Una vez más, Satanás, el "que tiene el dominio de la muerte" (Heb 2:14), está tratando de que crucifiquemos a Jesús, "el Autor de la Vida" (Hch 3:15), y quiere lograr que la vida se mantenga separada de la intimidad conyugal.
Necesitamos nuevos Danieles que se manifiesten abiertamente en contra de la corrupción (Dn 13:45ss), nuevos Juanes que denuncien con valentía la inmoralidad sexual (Mc 6:18) y nuevos Pablos para exhortar a la sociedad a deleitarse en la pureza y la santidad (1 Tim 4:12). Necesitamos amar a Jesús más que a nadie o nada (Mt 10:37). Necesitamos utilizar la oración y el ayuno como armas para destruir las fortalezas que Satanás ha instalado en la intimidad de nuestros dormitorios (2 Co 10:4-5). Rescatemos a aquellos que han quedado enredados en las trampas de Satanás (Sal 124:7). Ofrece tu cuerpo a Jesús como un bastión de integridad (Rom 6:13).
Oración: Jesús, pasaré toda mi vida proclamándote con mis palabras y estilo de vida como mi Señor
Promesa: "El que encuentre su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará" (Mt 10:39).
Alabanza: San Enrique, único emperador declarado santo, utilizó su poder para restaurar la estabilidad y prosperidad de la Iglesia.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015
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