La primera vez que Jesús trajo a colación el tema de la cruz, Pedro lo reconvino (Mc 8:32). Jesús reaccionó inmediatamente diciéndole a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! ¡Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!" (Mc 8:33).

Después de la Transfiguración Jesús intentó de nuevo hablar con los apóstoles sobre la cruz. Sin embargo, "los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas" (Mc 9:32).

Por tercera vez, Jesús dijo: "el hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos: ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará" (Mc 10:33-34). Una vez más, los apóstoles no entendieron. Santiago y Juan estaban pendientes de promocionarse a sí mismos por encima de los otros apóstoles (Mc 10:37), que reaccionaron molestos con Santiago y Juan.

¿Han cambiado mucho las cosas? ¿"El mensaje de la cruz" sigue estando vacío? (1 Co 1:18) ¿Alguna vez hemos escuchado el mensaje de la cruz, o simplemente hacemos la señal de la cruz y usamos la cruz como un adorno? Un signo revelador, al escuchar el mensaje de la cruz, es nuestra actitud hacia los demás. Si venimos a servirlos a ellos en lugar de ser servidos por ellos (Mc 10:45), es que hemos comprendido el mensaje de la cruz. Si servimos hasta el punto de dar nuestras vidas por los demás (ver 1 Jn 3:16), hemos escuchado el mensaje del amor crucificado.

Jesús sigue hablando de la cruz: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!" (Mc 4:9).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015

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