Cuando Simón Pedro negó a Jesús tres veces, estaba de pie al lado de un fuego de brasas (Jn 18:18). Después de encontrarse varias veces con Jesús resucitado, Pedro decidió regresar a su trabajo de pescador como lo era antes de conocer a Jesús (Jn 21:3), tal vez dudando sobre el llamado de Jesús a ser un 'pescador de hombres' (Lc 5:10).

…Preguntándole a Simón tres veces: '¿Me amas?' al lado de un fuego de brasas, Jesús lo llevo de vuelta a la escena de sus tres negaciones. Jesús permitió a Simón Pedro enmendar sus negaciones y reemplazarlas con manifestaciones de amor. Jesús renovó a Pedro y lo limpió de culpa y remordimiento.

Las negaciones de Simón iban en aumento. Jesús decidió intervenir. En una ocasión Jesús claramente le dijo a Simón que si él sabía los deseos de su Maestro, pero no se preparaba para cumplirlos, sería castigado severamente y le haría correr "la misma suerte que los infieles" (Lc 12:46-47). Sin embargo, Jesús se acercó a Simón Pedro no con el castigo prometido sino con compasión. En lugar de clasificar a Simón con los indignos de confianza, Jesús al contrario renovó el encargo a Pedro en la presencia de los otros apóstoles (Jn 21:15-17), confiando en él para alimentar Su pueblo con el evangelio.

¿Dónde está el fuego de brasas en tu vida? ¿Estás escondiendo tu vergüenza y culpa ante Jesús? Abre tu corazón a Jesús y déjalo entrar en las peores áreas de tu vida. Él es amable, compasivo y rico en misericordia (Ef 2:4). Él quiere renovarte, limpiarte y fortalecerte para que ayudes a Él en construir su Reino.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015

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