la estrella de la obediencia
"¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un río y tu justicia, como las olas del mar!" (Isaías 48:18).
Navidad, es como la vida, es una cuestión de obediencia. Si obedecemos los mandamientos del Señor, seremos prósperos, reivindicados, bendecidos y afirmados esta Navidad (Is 48:18-19). Sin embargo, a menudo somos como niños desobedientes y rebeldes que quieren dar órdenes en lugar de tomarlas (Mt 11:16-17). Debemos arrepentirnos de ser obstinados, de la actitud desobediente o vamos a privarnos de la Navidad e incluso de Cristo.
En la primera Navidad, el Señor dio sus órdenes a María y José por medio de Su ángel (Lc 1:26; Mt 1:20) y el gobierno (Lc 2:1). Él ordenó a los reyes magos mediante una estrella y la Biblia (Mt 2:2-6). Él condujo a los pastores por medio de un coro de ángeles (Lc 2:11-12). Los pocos que obedecieron estuvieron presentes en la primera Navidad. Más aún, muchos posaderos no tenían espacio en su corazón, ni aún para el Mesías (Lc 2:7). Es lo mismo hoy. La verdadera Navidad, el encuentro personal con Cristo, es para aquéllos que creen en el Señor lo suficiente para obedecerle. Solo aquéllos que siguen la estrella de la obediencia harán su camino hasta el pesebre y encontrarán al Cristo-Niño.
Oración: Señor, si no muero a mí mismo, voy a perder la otra vez la Navidad y nunca te amaré. Me arrepiento.
Promesa: "Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir" (Is 48:17).
Alabanza: El Papa San Dámaso I promovió a los mártires como un medio para combatir la herejía y la división.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.
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