Muchos todavía no han experimentado la Navidad porque no se arrepienten de sus pecados. Pidamos a Dios por los pecadores, y la vida les será entregada. Es el arrepentimiento, junto al perdón del Señor, lo que permitirá que Jesús pueda nacer en sus corazones antes de que termine la temporada navideña. El diablo mentiroso pensó que les había robado la Navidad. Sin embargo, por medio de la oración, desposeemos al ladrón y mentiroso, y les damos a muchas personas una nueva oportunidad para la Navidad.

En esta penúltima jornada de la temporada de Navidad, vete a confesar e invita a otros a unirse. Para muchos, la confesión es la clave para la Navidad. Muchas personas todavía están espiritualmente en el Adviento. Tienen que obedecer el llamado de Juan el Bautista y serán bautizados en el arrepentimiento (Lc 3:3). Estamos llamados a ser ministros de la reconciliación, para animar a los demás a quitar la paja de sus ojos, después de haber retirado la viga de nuestro ojo (Mt 7:5). El Señor nos ha "confiado la palabra de la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por mediación nuestra. Por eso, les suplicamos, en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios" (2 Co 5:19-20).

Mañana, en el último día del Tiempo de Navidad, ayudemos a otros a tener su primer día de Navidad yendo juntos hacia las aguas del Jordán, y arrepintiéndonos de nuestros pecados.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014

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