El Señor le dio a Eliaquím una llave para abrir cosas que nunca podrán cerrarse, y para cerrar cosas que no podrán abrirse. Eliaquím tenía la autoridad de abrir los corazones más cerrados al amor del Señor. Él podría hacer callar a los demonios del aborto, y que nunca vuelvan a ser desatados. Debido a esta autoridad impresionante, Eliaquím fue como "una estaca en un sitio firme" (Is 22:23). Tú podrías depositar tu futuro, tu matrimonio, tu familia, tu trabajo y tus esperanzas en la autoridad de Eliaquím, y estos quedarían en lugar seguro.

Jesús, el Hijo de David, recibió la llave que Eliaquím poseía de la Casa de David (Is 22:22). Jesús es "El Santo, el que dice la Verdad, el que posee la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir" (Ap 3:7). Jesús tiene "todo poder en el cielo y en la tierra" (Mt 28:18). Él incluso tiene "la llave de la Muerte y del Abismo" (Ap 1:18). Por otra parte, Jesús confió las llaves del Reino de los Cielos a su cuerpo, la Iglesia, y en especial a Pedro y a sus sucesores, los Papas (Mt 16:18-19). Por lo tanto, para atar nuestras vidas a una "estaca en un sitio firme", debemos dar nuestras vidas a Jesús, "el Mesías el Hijo de Dios vivo" (Mt 16:16), y entonces vivir en sumisión a la Iglesia y al Papa. Bajo esta autoridad, viviremos victoriosos y seguros.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014

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