no beneficiencia, sino buen-trabajo
"Tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse" (Mateo 15:36-37).
Las lecturas de la Escritura de hoy anuncian la fiesta de los panes que se celebra en la Misa con la Santa Comunión. El manjar suculento (Is 25:6) servido en la mesa del banquete (ver Sal 23:5) para alimentar a las multitudes (Mt 15:38) es la Eucaristía que recibimos en cada Misa. Aún mas, la palabra "Eucaristía" significa "dar gracias".
La acción de Gracias descrita en las lecturas de hoy, implica más que un simple "Vaya, gracias, Dios". Dentro del contexto de la Misa, la Eucaristía adquiere un significado más activo. En la Misa tenemos momentos de sacrificio, adoración, recibo de la Eucaristía, damos gracias, somos enviados. La respuesta que Dios desea de nosotros es un estilo de vida agradecido basado en la fe obediente y el servicio amoroso. El espíritu de la Eucaristía no solo consiste en "recibir" sino más bien en "dar", incluyendo nuestro agradecimiento infinito a Dios
La respuesta de aquellos que recibieron los panes y los pescados, según el Evangelio de san Juan, fue la de querer hacer Rey a Jesús (Jn 6:15). Jesús quiere ser más que un proveedor, aun mucho más que un Rey. Sí, Él promete que "proveerá" (Is 25:6) pero quiere que seamos discípulos y no sólo beneficiarios. El Señor no está construyendo una asociación de beneficencia para quienes quieren recibir y nunca contribuir. Más bien, Jesús está levantando un ejército de discípulos que alimenten a sus ovejas (Jn 21:15-17) a través del servicio agradecido y amoroso.
Oración: Jesús, Tú has llamado a tus discípulos a alimentar a tu Pueblo (Mt 15:36; Lc 12:42). Lleno de agradecimiento, distribuiré tus bendiciones.
Promesa: "¡Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación! ¡Este es el Señor, en quien nosotros esperábamos; alegrémonos y regocijémonos de su salvación!" (Is 25:9).
Alabanza: San Francisco se identificó tanto con los pobres a quienes predicaba, que dormía en el suelo de la choza y comía muy frugalmente, esencialmente arroz y agua, durante los siete años que convivió con ellos.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014
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