Horas antes de su muerte, Jesús hizo oró a su Padre: "Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste" (Jn 17:4). A su muerte Jesús dijo: "«Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu" (Jn 19:30).

Pablo, pensando como Cristo (1 Co 2:16), dijo en los últimos años de su vida: "Pero poco me importa la vida, mientras pueda terminar mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios" (Hch 20:24). Pablo proclamó: "Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león" (2 Tim 4:17). Antes de su muerte Pablo también proclamó: "he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe" (2 Tim 4:7). Pablo le afirmó a la iglesia de los Filipenses: "Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús" (Fil 1:6).

El Señor nos ha llamado para ser templos hermosos y vivos del Espíritu para su Gloria (ver 1 Pe 2:5). Nuestra preocupación es que no "podamos terminar" nuestro trabajo (Lc 14:29). Después todos los que vean nuestras vidas no darán Gloria a Dios: por el contrario, ellos nos gritaran y dirán: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar" (Lc 14:30). Sin embargo porque hemos sido bautizados en Cristo y pensamos como el podemos decir: "El Señor lo hará todo por mí" (Sal 138:8).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014

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