Durante siglos, muchas personas han encontrado sabiduría en las Bienaventuranzas. Esto no implica que ellos guíen sus vidas conforme a estas pautas, pero tampoco quiere decir que las desacreditan. Sin embargo, las bienaventuranzas que aparecen en el evangelio de san Lucas se presentan de una manera distinta. Cabe la posibilidad de que puedan crear una actitud negativa o inclusive dar una mala impresión.

Primeramente, se presentan cuatro en lugar de ocho bienaventuranzas. Luego de cada "bendición" viene una parte contraria y radical, casi como una "maldición" para insistir en la importancia de vivirlas. Lucas vive en condiciones donde le toca confrontar a los ricos, los orgullosos, los que se ríen, los que gozan de prestigio (Lc 6,24-26). Advierte que los que ahora se ríen luego van a llorar (Lc 6,25) Anuncia a quienes tienen fama y prestigio les irá igual que a los falsos profetas de la antigüedad (Lc 6,26). Las Bienaventuranzas de Lucas nos retan a decidir si estamos fríos o calientes en la fe en Jesús (Cfr. Ap 3,16), de lo contrario, es probable que estemos espiritualmente dormidos o muertos (Cfr. Ap 3,1).

Para algunos, sería mejor sentirse incómodos con las bienaventuranzas, inclusive tener una actitud de desprecio. Aquellos que se encuentran fríos tienen mejor posibilidad de volverse calientes que quienes se encuentran "tibios", conformes, a gusto. Se te presenta la opción de vivir las Bienaventuranzas con su modo radical, o, rechazarlas. Lucas nos llama a llevarlas en el corazón, no simplemente en los labios (Cfr. Mt 15,8).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013

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